miércoles, 9 de febrero de 2011

Un poder muy vulnerable

 Posiblemente, en todos los años de autonomía andaluza no se haya dado una situación de mayor bloqueo del Gobierno de la Junta como el que se observa ahora, con el escándalo de los EREs. De un lado, el presidente Griñán ha tardado demasiado tiempo en reaccionar ante un asunto que le viene heredado del Gobierno de su antecesor, aunque él haya sido vicepresidente económico con Chaves. Y, por otra parte, las constantes negativas de su equipo a reconocer la gravedad de los hechos hasta verse arrastrado por ellos, demuestra una debilidad que jamás antes se había visto en el PSOE.
La diferencia entre la época de Chaves y la de Griñán es que el primero había construido un sistema de poder que trascendía el plano político para entrar de lleno en la propia sociedad. Para ello, Chaves utilizó el partido como máquina perfecta para articular un poder social, de tal forma que raro era el colectivo andaluz organizado que no fueran los partidos de la oposición, que no dependiera de una u otra forma del poder de Chaves. Es lo que se llama intervención social, en este caso narcotizante, y que se apoyaba en la convicción generalizada de que el poder del PSOE en Andalucía duraría muchos lustros más.
La llegada de Griñán quiebra este sistema, primero por la falta de liderazgo del actual presidente, y después por su escaso control del partido. Griñán, al margen de sus condiciones carismáticas, es un hombre de paso y así lo entienden en su partido. Como mucho, el actual presidente se presentará a las próximas elecciones autonómicas. Pero pase lo que pase en ellas, a partir del día después de los comicios se abrirá una nueva época en la que Griñán, desde el poder o desde la oposición, tendrá que dejar paso a otro equipo de dirección en el partido sin él como referente principal.
Esta quiebra de la estructura heredada de Chaves ha derivado en una importante debilidad para el PSOE tanto en la Junta como el propio partido. La rebelión permanente de los funcionarios, la presión constante de la oposición del PP en el plano institucional e incluso en la calle con el acercamiento a sectores que antes dependían mucho más de la Junta, unidas a la escasa garantía de futuro que representa Griñán, abonan el terreno para que escándalos como el de los EREs muestren con toda claridad lo vulnerable que es hoy el partido en el poder.
Por lo que respecta al plano ético, aunque en política cada vez resulte más difícil aludir a este argumento, las justificaciones que se han dado desde el PSOE para alejarse de los graves síntomas de corrupción que denota este asunto son tan simples como evidente puede resultar su falsedad para la gente corriente.
El caso de los EREs, por otra parte, ofrece una imagen de Andalucía que la sigue identificando a los ojos de los extraños con el PER y su dependencia, y la culpa no la tienen los de fuera que así nos puedan ver, sino esos que hacen desde dentro que esta comunidad siga siendo un patio de Monipodio donde a veces parece que todo desmán encuentra su mejor asiento.