La traducción popular de las competencias del Guadalquivir es bien sencilla. Si alguien se molesta en preguntarle a los agricultores de la Vega del Guadalquivir, más los de la zona de Écija, con el Genil, su principal afluente, le pueden contar la diferencia que se ha notado entra la gestión que hacía la Confederación Hidrográfica y la Agencia Andaluza. Según la versión de quienes están a pie de campo, desde agricultores a peritos e ingenieros agrónomos de la zona, muchos de los problemas que han derivado en riadas en las provincias de Córdoba y Sevilla, sobre todo en la confluencia de ambos ríos, se deben a que en la máquina ahora hay gente menos experta que antes o al menos que no deja trabajar como quisieran a los verdaderos expertos.
Es decir, que no es extraño que las organizaciones agrarias e incluso los ecologistas, y los propios ciudadanos afectados por las riadas, prefieran que las competencias sobre la gestión de la cuenca del Guadalquivir estén en el ámbito nacional. Y que nadie confunda este deseo con un desapego de la autonomía andaluza. Todo lo contrario. Si la gestión autonómica hubiera sido mejor que la nacional, todos los sectores citados se manifestarían para que no se perdieran las competencias… Pero una cosa es decir que se quiere tener poder y otra saber ejercerlo de forma útil para los usuarios.