La última encuesta del CIS, en la que queda en el aire la alcaldía de Sevilla, con la posibilidad de que se mantenga la actual coalición (PSOE-IU) en el poder, ha causado cierta sorpresa en el entorno del PP, donde ya se daba por segura la mayoría absoluta de Zoido. Sevilla, como dice el propio candidato del PP, es la clave de estas elecciones municipales por lo que a Andalucía respecta. Y partiendo del resultado de la capital andaluza se harán cábalas y se sacarán conclusiones sobre las próximas elecciones autonómicas.
Si el PSOE pierde Sevilla, el futuro de Griñán será más incierto de lo que lo es hoy. Pero si el PP no consigue el gobierno de la capital hispalense, no hay duda de que el PSOE utilizará ese fracaso contra Javier Arenas, de cara también a las elecciones autonómicas del próximo año. El líder regional del PP se ha implicado tanto en el reto de Sevilla, que el éxito o fracaso será imputable a él y en el segundo caso manejado con toda crudeza por sus adversarios.
El estrecho margen que separa el triunfo de la derrota en Sevilla es, por otra parte, un acicate para el PSOE, cuyo electorado indeciso y anímicamente derrotado puede movilizarse si considera que la victoria está al alcance de la mano y la debacle puede amortiguarse en parte.
En cualquier caso, si después del cúmulo de escándalos que han tenido como referente el Ayuntamiento de Sevilla, entre ellos el de Mercasevilla, el PSOE sigue prácticamente con el mismo porcentaje de votos que en el mandato que ahora termina, es que de hecho la corrupción tiene poca influencia en el electorado. Y no es extraño. Cuando estalló el caso Guerra, muchos se sorprendieron al ver que en las elecciones siguientes al escándalo, el PSOE volvió a sacar mayoría absoluta en Andalucía.