sábado, 4 de junio de 2011

Demasiadas celebraciones ya

 Han pasado dos semanas ya desde las elecciones del 22-M y el PP de Andalucía lo sigue celebrando: bolos permanentes por provincias de alcaldes y concejales electos con Arenas a la cabeza, fotos y más fotos, escenificaciones de piñas de partido, unidad, señales de victoria frente a la debacle socialista y los graves síntomas de crisis interna en el partido de Griñán.

Sin embargo, dos semanas es demasiado tiempo ya para seguir celebrando la victoria, o al menos eso puede parecerle a muchos votantes del PP, que esperaban con urgencia algo distinto al magma desesperante de ineficacia que ha arrastrado a este país, en toda su geografía, a la situación en que se encuentra.

La estrategia de la fiesta popular tiene como objetivo levantar la autoestima de un partido que lleva décadas sumido en la depresión de la derrota, pero sobre todo, se utiliza para impulsar la figura de Javier Arenas como próximo candidato a la presidencia de la Junta, aportándole formalmente y por proyección la imagen de éxito del alcalde de turno o de todos los alcaldes juntos en la clásica foto de familia.

Sin embargo, hay demasiado riesgo ya en esta actitud. En primer lugar, la gente ha votado al PP mayoritariamente harta como está de un PSOE sumido en la corrupción y, sobre todo, en la ineficacia. Pero el voto de la gente ha ido a los ayuntamientos, instancias que no pueden responder a la demanda general: no solucionarán el paro ni la crisis, se limitarán a arreglar asuntos locales y a duras penas por la quiebra en la que se encuentran las haciendas locales.

Si dentro de diez meses, que es lo que queda para las autonómicas/generales, el voto que ha cosechado el PP se desespera al ver que el resultado no ha sido solución alguna a los problemas generales –y no puede serlo desde los ayuntamientos-, se corre el riesgo de matar definitivamente el rescoldo de esperanza que pueda quedar en muchos miles de votantes… Al menos de momento, quizás no estaría de más que el PP dejara las celebraciones, muy merecidas tal vez, pero que chocan con la sicología general, que ha votado al partido ganador sin saber que iba a convertir la fiesta en una boda gitana, con toda mi respeto y admiración hacia la raza calé.