domingo, 23 de enero de 2011

Achicando espacios


El lenguaje más directo es el de los sentidos. Y la convención nacional del PP que acaba de cerrarse en Sevilla ha empezado achicando espacios con un despliegue visual apoyado en los grandes escenarios, con miles de representantes del partido debatiendo, frente a un PSOE que parecía arrinconado en Ferraz, donde los barones le pedían desesperadamente a Zapatero que pactara con los agentes sociales los cambios en el sistema público de pensiones para que ante las próximas elecciones autonómicas y municipales el PSOE no apareciera solo y abandonado.
La gran puesta en escena de Sevilla frente al cenáculo de Ferraz ha sido el primer elemento escénico que muestra un PP a la ofensiva frente a un PSOE a la defensiva - Rubalcaba ya le dice a los militantes que no se arruguen-, sumido hoy en la inseguridad que provocan no ya sólo las encuestas sino la incapacidad del Gobierno para inspirar confianza a la ciudadanía y sobre todo a su propio partido. Si a ello unimos la gran manifestación de funcionarios en Sevilla coincidiendo con la convención popular, que ha anulado los movimientos de UGT y CCOO para defender el decreto del enchufismo, parece evidente que el PP y los movimientos sociales de contestación llevan la iniciativa.

El teléfono de Rajoy

Decía Rajoy que en los momentos buenos suena el teléfono y surgen amigos por todas partes. Éste es uno de los factores que marcan el perfil del caballo ganador y está formado por una corriente que tiene dos planos. De un lado, están aquellos que siempre se acercan al vencedor. Este sector de la población cobró forma ya con la caída de UCD, cuando miles de centristas, muchos de ellos provenientes del franquismo, poblaron las filas del PSOE, un partido de aluvión que consiguió el poder sin contar con cuadros suficientes para ocuparlos y tuvo que echar mano de los ex centristas. Es la España que navega siempre hacia el faro del poder, pero a la que cualquier partido que llegue a gobernar tiene que atender.
Y, por otra parte, en esa hornada de amigos que empiezan a alinearse con la bandera popular, hay muchos desengañados del PSOE que se sienten traicionados y a quienes ahora les vale sobre todo superar una situación económica adversa que afecta a la inmensa mayoría de la población. Es decir, un electorado de centro que pivota hacia el centro-izquierda o el centro-derecha, según las circunstancias. Este fenómeno es de vital importancia. De hecho, las encuestas ya hace meses que reflejan un trasiego de antiguos votantes socialistas hacia el PP no sólo en el plano nacional sino en Andalucía, donde en las pasadas elecciones autonómicas Javier Arenas ya consiguió romper esa frontera y quedarse con el electorado andalucista entrando levemente en el territorio socialista.

Las pensiones de sus señorías

La convención del PP no ha tenido un contenido programático. Es más, ni siquiera ha entrado en un análisis y conclusiones sobre la revisión del sistema autonómico y sus competencias. El PSOE e incluso IU en Andalucía habían anunciado que iban a estar “atentos” a lo que se dijera en la convención sobre las autonomías. El debate, sin embargo, está planteado incluso en el propio Gobierno, que tendrá que abordarlo en un futuro de una u otra forma, a pesar de las advertencias expuestas por los barones socialistas en la reunión de Ferraz.
Sin embargo, el PP ha esquivado entrar en el tema económico, quizás porque este asunto tiene otros ámbitos de análisis y en todo caso tendrá que ser planteado después de las próximas elecciones de mayo, para que no se vea envuelto en una oleada demagógica.
La sorpresa de las intervenciones de Rajoy se ha situado en el plano de la austeridad. En este sentido, el presidente del PP ha anunciado que propondrá que se anulen los privilegios de diputados y senadores en materia de pensiones, en unos momentos en que la ciudadanía en general está a expensas de lo que se decida de cara al nuevo sistema público. La importancia de este mensaje se demuestra por la reacción del PSOE, que en declaraciones de representantes tan peculiares como Zarrías se ha acercado al insulto, con una actitud que de cara a la ciudadanía puede ser cuanto menos incomprendida… Quizás hoy haya pocos asuntos más populares que el “agravio” que suponen las facilidades de los padres de la patria para conseguir su pensión máxima, cuando a las nuevas generaciones de cotizantes –los jóvenes- les va a faltar vida laboral para conseguirlas.
En cualquier caso, será difícil que si el PP plantea este asunto en el Congreso, el PSOE sea capaz de negarse a apoyarlo o esquivarlo con cualquier maniobra, sobre todo cuando de forma paralela, Zapatero puede verse solo aprobando por decreto las modificaciones en el sistema de pensiones.

“Se acabó la fiesta”

Abundando en la austeridad, el concepto más popular de cuantos puede barajar hoy la clase política, Javier Arenas ha vuelto a incidir en la clausura de la convención en que “la fiesta se ha acabado para todos”, una traducción libre de aquel “llegó el comandante y mandó parar”. Es decir, que hay que terminar con el dispendio que caracteriza a las administraciones públicas, desde el Gobierno central a los ayuntamientos pasando por las comunidades autónomas, entre ellas la Junta. Aunque en materia de gastos y déficit autonómicos, los propios barones del PP y los del PSOE parecen preferir no hacer mucho ruido, el compromiso de Arenas de redimensionar la administración de la Junta de Andalucía si como señalan las encuestas llega al Gobierno en las próximas autonómicas deja en evidencia al PSOE, sobre todo después de que Griñán haya incumplido una de las promesas que hizo cuando heredó la presidencia: eliminar la mitad de los cargos públicos de la Junta en las provincias.
La intervención de Arenas, por otra parte, ha incidido en una idea que el presidente de los populares andaluces adelantó hace meses: la necesidad de un gran pacto entre los dos grandes partidos. Javier Arenas llegó a pronosticar en su día que en unos años sería prácticamente imprescindible que se llegara a este acuerdo, posiblemente porque entre las consecuencias de la crisis esté el replanteamiento de importantes aspectos de la economía productiva y financiera nacional, a lo que hay que sumar la necesaria reforma de la Administración pública –y es aquí donde se podría ubicar la reconsideración sobre las competencias autonómicas-, una cuestión que hasta ahora no ha habido gobierno que haya sido capaz de abordarla.