viernes, 7 de enero de 2011

La carta en la manga de Petronila

Cuando se piensa en Petronila Guerrero como candidata a la Alcaldía de Huelva, hay quienes no entienden cómo esta mujer, con un alto grado de ambición política, habilidad para la maniobra y una larga experiencia en el oficio, se arriesga a perder. Alguien me aseguraba recientemente que “Petronila se presenta porque, pase lo que pase, siempre le quedará la Diputación, y cualquier otro u otra del PSOE se hubiera resistido a permanecer cuatro años en la oposición municipal sin otro aliciente que el sueldo de portavoz”. Sin embargo, todo apunta a que Petronila no se tira a la arena para perder y mucho menos para fracasar frente a alguien a quien desprecia políticamente como es Pedro Rodríguez y a quien considera un advenedizo con escasa preparación.

La prueba de que Petronila está convencida de que puede ganar es que lleva años ya preparando su desembarco en la Alcaldía, estudiando cada movimiento de una estrategia que le ha llevado a situarse por encima del alcalde en la simbología oficial de Huelva. El primer paso de la aspirante a alcaldesa fue “reordenar” el panorama mediático de Huelva en función de sus intereses, aprovechando su presencia en determinada entidad y sin demostrar más escrúpulos que los necesarios para el “todo vale”. Petronila, como se pudo observar en este caso, es una demócrata con un profundo sentido de la ética.

Posteriormente y ya con la mediática domeñada –algo que se escenificó con una reunión con la Prensa en la propia Diputación, a la que asistieron Mario Jiménez y ella-, Petronila dio un paso más ocupando el remozado Hotel París, en la céntrica Plaza de las Monjas de Huelva, la antigua Casa de la Bola –ironías del destino-. Esta hiperpresencia física con un edificio tan fastuoso era todo un reto al inquilino del Ayuntamiento, una especie de ocupación del territorio, un achicar espacios para empezar a arrinconar a su futuro adversario.

A partir de aquí, Petronila empezó a segarle la yerba bajo los pies a Pedro Rodríguez: desarrolló una intensa labor de acercamiento a los sectores sociales de carácter populista, peñas, hermandades, etcétera, que es donde se encuentra el granero de votos de su adversario, y continuó en esta estrategia cada vez con más intensidad, apropiándose de la simbología local y enseñoreándose de la semiología onubense en escenarios como el Gran Teatro, que ocupó como parte de su territorio después de haber perdido la batalla burocrática con el Ayuntamiento por el control de este “espacio escénico”.

En los últimos meses y ya con un buen trecho del camino recorrido, mientras su adversario se perdía enredado en problemas domésticos por impagos municipales o semiprivatización de la empresa de aguas, Petronila, ya como candidata oficial, ha tenido sumo cuidado en no protagonizar enfrentamientos virulentos con Pedro Rodríguez. La candidata sabe que el electorado está harto de los políticos y que cualquier rifirrafe entre ellos perjudica sobre todo al aspirante al cargo. Pero sobre todo, Petronila sabe que lo mejor para su negocio es que el electorado del actual alcalde se vaya apartando de él por el camino de la abstención, harto de ver que el poder municipal no puede satisfacer sus necesidades más acuciantes, sean o no las soluciones competencias del Ayuntamiento.

En esta tesitura, no cabe duda de que Petronila sabe que puede ganar y quiere arrebatarle a Rodríguez la Alcaldía, que un revés en este sentido sería una fracaso para ella difícil de asumir. Tanto es así que no sería extraño que si dos o tres meses antes de las próximas elecciones municipales, Petronila no tuviera garantizado el triunfo, se sacara de la manga una carta extraña, polémica quizás contra su oponente, que naturalmente se divulgaría sin que ella tuviera nada que ver con el caso. Sería extraño que dada la ambición de esta candidata se resistiera a aparecer ante Huelva la noche electoral de las próximas municipales como una fracasada después de todo lo que ha hecho para llegar a la poltrona municipal.

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